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Dolor pélvico crónico: la importancia de un diagnóstico precoz y tratamiento especializado

La falta de un diagnóstico preciso y temprano favorece la perpetuación del dolor mediante mecanismos conocidos.

El dolor pélvico crónico es una condición que, pese a afectar a un número considerable de personas, continúa siendo infravalorada tanto por pacientes como por algunos profesionales sanitarios. Se estima que entre el 15% y el 25% de las mujeres en edad reproductiva sufren este tipo de dolor en algún momento de su vida, según datos de la International Pelvic Pain Society (IPPS). En hombres, aunque menos frecuente, también puede presentarse, sobre todo asociado a patologías como la prostatitis crónica no bacteriana. La persistencia de molestias en la región pélvica durante un período superior a seis meses no debe considerarse una consecuencia habitual de procesos fisiológicos como el parto, la menstruación o intervenciones quirúrgicas previas. La aceptación pasiva de este dolor conduce a una notable disminución de la calidad de vida, interfiriendo en las actividades cotidianas, la esfera emocional y las relaciones interpersonales.

 

La falta de un diagnóstico preciso y temprano favorece la perpetuación del dolor mediante mecanismos conocidos como sensibilización central, donde el sistema nervioso comienza a amplificar la percepción del dolor incluso cuando la causa inicial ha desaparecido. Este fenómeno está ampliamente reconocido en las guías de la European Association of Urology (EAU) y explica por qué, en muchos casos, el dolor persiste sin una lesión evidente. Por este motivo, resulta esencial acudir a profesionales expertos en esta dolencia como los de la Clínica Itza, especialistas en dolor pélvico crónico en Madrid, donde se dispone de protocolos diagnósticos avanzados que integran anamnesis detallada, exploración física específica, estudios de imagen y pruebas funcionales que permiten abordar esta patología desde una perspectiva global e individualizada.

 

El papel del suelo pélvico en la aparición de dolor persistente

El suelo pélvico, además de su función de soporte de los órganos pélvicos, participa activamente en procesos esenciales como la continencia urinaria y fecal, la función sexual y la estabilización del tronco. La disfunción de esta estructura puede originar cuadros de dolor crónico asociados tanto a la hipotonía como a la hipertonicidad muscular. Entre las causas más frecuentes de alteración del suelo pélvico se encuentran el embarazo, el parto, intervenciones quirúrgicas en la pelvis, traumatismos, obesidad, sedentarismo o, por el contrario, prácticas deportivas de alto impacto.

 

Es importante destacar la existencia de síndromes específicos como el síndrome del elevador del ano o el síndrome miofascial pélvico, en los cuales los puntos gatillo musculares generan dolor referido que puede confundirse con patologías urológicas o ginecológicas. La correcta identificación de estas disfunciones requiere un conocimiento profundo de qué es el suelo pélvico y su fisiopatología, Las guías de la International Continence Society (ICS) insisten en la importancia de una evaluación integral que contemple tanto la fisiopatología del suelo pélvico como el tratamiento interdisciplinar porque sin un abordaje adecuado, estas disfunciones tienden a cronificarse, generando un ciclo de dolor, contractura muscular y limitaciones funcionales. Por ello, es necesaria la colaboración de fisioterapeutas especializados en uroginecología y coloproctología. 

 

Dolor pélvico postparto: una complicación frecuente que requiere atención médica

Durante el postparto, es natural que la musculatura pélvica necesite un periodo de recuperación, pero cuando las molestias superan las 6-8 semanas del puerperio inmediato, es recomendable realizar una valoración médica. Estudios señalan que hasta un 20% de las mujeres pueden experimentar dolor pélvico persistente tras el parto debido a factores como desgarros, episiotomías, cesáreas, prolapsos o infecciones. Estos factores pueden derivar en diferentes tipos de dolor pélvico postparto como la dispareunia (dolor durante las relaciones sexuales), la sensación de presión o pesadez en la pelvis, hasta neuralgias por atrapamiento de nervios como el pudendo.

 

La hiperlaxitud ligamentosa tras el embarazo también puede contribuir a una inestabilidad pélvica que genera dolor al caminar, permanecer de pie o realizar esfuerzos mínimos. En estos casos, la intervención temprana es crucial para evitar que el dolor agudo evolucione hacia una cronificación. La rehabilitación del suelo pélvico, mediante técnicas avaladas por la European Urogynaecological Association (EUGA) como la electroestimulación o la terapia manual especializada, ha demostrado ser efectiva en la recuperación funcional. Además, es fundamental considerar el impacto psicológico que este tipo de dolor puede tener en el periodo postparto, por lo que un enfoque multidisciplinar es clave para una recuperación completa.

 

Abordaje terapéutico del dolor pélvico crónico desde un enfoque multidisciplinar

El tratamiento del dolor pélvico crónico debe contemplar la complejidad de esta patología, en la que frecuentemente coexisten factores físicos, neurológicos y psicosociales. La estrategia terapéutica más eficaz es aquella que combina diferentes modalidades, adaptadas a las características específicas de cada paciente. Los avances en el tratamiento del dolor pélvico incluyen desde intervenciones conservadoras hasta técnicas invasivas en casos refractarios.

 

Entre las opciones más utilizadas se encuentran la fisioterapia especializada, que aborda las disfunciones musculares mediante técnicas miofasciales, estiramientos, reeducación postural y fortalecimiento selectivo. La farmacoterapia puede incluir analgésicos, antiinflamatorios, relajantes musculares o fármacos moduladores del dolor neuropático, como gabapentinoides o antidepresivos tricíclicos. En situaciones más complejas, se recurre a bloqueos nerviosos, infiltraciones con anestésicos locales o corticosteroides, y técnicas de neuromodulación como la estimulación del nervio tibial posterior o del nervio sacro.

 

Asimismo, el componente emocional del dolor crónico no debe subestimarse. La incorporación de psicoterapia, especialmente terapias cognitivo-conductuales, contribuye a mejorar la gestión del dolor y reducir la discapacidad asociada. La evidencia científica respalda que un abordaje integral y coordinado entre ginecólogos, urólogos, fisioterapeutas, psicólogos y especialistas en medicina del dolor optimiza los resultados clínicos y mejora la calidad de vida de los pacientes.

 

La detección precoz, junto con un tratamiento especializado, permite revertir procesos de sensibilización central y evitar secuelas funcionales permanentes. Por tanto, cualquier paciente que presente síntomas persistentes debe ser derivado sin demora a unidades especializadas en dolor pélvico, donde se pueda garantizar una atención basada en la evidencia científica más actualizada y en protocolos individualizados.