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08 junio 2025
Viajar al extranjero es una de las experiencias más enriquecedoras que se pueden vivir. Pero muchas veces, por desconocimiento o por intentar ahorrar unos euros, se pasa por alto un aspecto fundamental: contar con un buen seguro de viaje internacional. Lo cierto es que las consecuencias de no tener uno pueden ser más graves —y costosas— de lo que imaginas.
Es fácil pensar que "a mí no me va a pasar", pero lo cierto es que los imprevistos ocurren. Una intoxicación alimentaria, un tobillo roto esquiando, o la pérdida de un vuelo por una tormenta inesperada... Todos estos escenarios pueden suponer gastos enormes si no cuentas con un seguro adecuado.
En muchos países fuera de la Unión Europea, la sanidad pública no es gratuita. Por ejemplo, en Estados Unidos una simple visita a urgencias puede superar los 1.000 euros, y una hospitalización con cirugía puede alcanzar cifras de cinco dígitos.
Si viajas dentro de Europa, es posible que creas que con la Tarjeta Sanitaria Europea estás cubierto. Y en parte es cierto: esta tarjeta permite acceder a servicios médicos en países del Espacio Económico Europeo y Suiza. Pero hay matices importantes que no siempre se conocen.
La cobertura está limitada a los servicios de salud pública del país al que viajas. Eso significa que, si en ese país los servicios médicos implican copago, tú también tendrás que pagarlo. Además, no cubre repatriación, traslados sanitarios especiales ni pérdidas de equipaje.
Un seguro de viaje internacional sí puede cubrir esos gastos adicionales, con asistencia en tu idioma y atención inmediata desde cualquier parte del mundo.
Viajar implica depender de factores que muchas veces están fuera de nuestro control: huelgas, fenómenos climáticos, overbooking, problemas técnicos… Si un vuelo se retrasa o se cancela y pierdes una conexión, puedes quedarte colgado en un aeropuerto durante horas, o incluso días, sin ayuda.
Los seguros de viaje internacional suelen incluir coberturas por cancelaciones, retrasos, gastos de alojamiento imprevistos e incluso compensaciones económicas según el caso. Sin seguro, esos gastos corren por tu cuenta.
Enfrentarte a una emergencia médica en otro idioma y sin acompañamiento puede ser traumático. Los seguros no solo cubren los gastos, sino que te dan acceso a una red de asistencia que te guía, recomienda centros de confianza y se comunica con los hospitales para agilizar procesos.
En casos graves, como una evacuación médica o una repatriación sanitaria, contar con un seguro puede marcar la diferencia entre recibir atención inmediata o tener que esperar sin garantías.
Los jóvenes que viajan por largos períodos, ya sea por estudios, voluntariado o turismo alternativo, suelen pensar que no necesitan un seguro. Pero precisamente ellos son los más propensos a experimentar situaciones inesperadas: accidentes en actividades al aire libre, enfermedades tropicales, robos o conflictos en zonas inestables.
Además, muchos visados para estudiantes exigen contar con un seguro médico internacional. No cumplir con este requisito puede suponer la denegación del visado o la expulsión del programa.
Un seguro de viaje no es solo un respaldo médico. Algunas pólizas también ofrecen asistencia jurídica en el extranjero, ayuda en caso de accidentes de tráfico, compensación por interrupción del viaje o regreso anticipado por motivos familiares. Incluso pueden cubrirte en caso de tener que cancelar el viaje por causas mayores como enfermedad grave o fallecimiento de un familiar.
Muchas aseguradoras permiten contratar pólizas incluso estando ya en el extranjero, aunque lo ideal es hacerlo antes de salir. Cuanto antes contrates el seguro, más protección tendrás, incluso ante cancelaciones antes del inicio del viaje.
No es cuestión de ser pesimistas, sino precavidos. Viajar con tranquilidad y sabiendo que tienes respaldo ante cualquier imprevisto vale mucho más que el coste de una póliza.
