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IMC: la fórmula del siglo XIX que aún usamos para evaluar la salud general

La historia le atribuye este indicador a Adolphe Quetelet, un astrónomo, matemático, estadístico y naturalista belga.

12 junio 2025

La salud pública está experimentando un avance sin precedentes apoyado en la última tecnología, como todos los campos de actividad. La aplicación de la inteligencia artificial y el uso de la robótica, como principales ejemplos, han permitido una mejora significativa en diagnósticos, tratamientos y atenciones al paciente, hasta el punto de desarrollar toda una medicina personalizada que promete dar respuestas cada vez más concretas.

Entre los avances, resulta curioso que un indicador como el IMC o BMI siga siendo uno de los más utilizados para evaluar el estado nutricional de las personas. Los orígenes de este Índice de Masa Corporal, de dónde proceden las conocidas siglas, se remontan al siglo XIX. Es una herramienta conocida por su simplicidad, por lo que permite a cualquier persona tomar decisiones relevantes para su vida cotidiana.

Un patrón general

La historia le atribuye este indicador a Adolphe Quetelet, un astrónomo, matemático, estadístico y naturalista belga. No, no era médico, pero era el primer tercio del siglo XIX y la adhesión hacia el pensamiento y la investigación se encontraba en plena efervescencia.

El científico se encontraba a la búsqueda de regularidades entre el comportamiento y las características físicas humanas, con idea de definir al hombre medio. El objetivo era captar una patrón general, así que propuso una fórmula que relacionaba peso y estatura que aún es muy conocida a día de hoy:

IMC = peso (kg) / estatura (m²).

Fue introducida en su obra Sur l’homme et le développement de ses facultés, ou Essai de physique sociale, en 1935. Era un indicador sencillo y fácilmente aplicable considerado útil para comparar individuos en base a datos objetivos, y no mediante valoraciones arbitrarias. Era parte de un enfoque que aspiraba a aplicar patrones estadísticos a la población para cuantificar la conducta y características humanas, una disciplina llamada física social.

El índice que pervivió

La fórmula se utilizó durante los siglos XIX y XX con fines demográficos, principalmente. Las autoridades lo aplicaron para evaluar el estado de sus ejércitos y en censos nacionales, a fin de conocer la salud general de la población. Hasta más de un siglo después no se comenzó a aplicar en el ámbito individual.

Fue otro estadístico, el estadounidense Ancel Keys, el que llevó el índice a nuevas cotas en la década de los 70 del siglo XX. El científico estableció una correlación argumentada entre el IMC y la cantidad de grasa corporal en grupos de población. Así validó el índice como herramienta útil para evaluar los niveles de sobrepeso y obesidad sin necesidad de emplear métodos más sofisticados, inaugurando una práctica que se mantiene hasta hoy. De hecho, una institución referente como la Organización Mundial de la Salud estableció categorías estandarizadas en tablas que arrojaban información útil a profesionales y pacientes.

¿Es tan fiable?

El IMC ha gozado de una aceptación global por su fácil aplicación, a cambio de una precisión significativa. Es por ello por lo que se sigue usando, aunque la propia comunidad científica conoce sus limitaciones. Una de ellas es que, al no medir la masa muscular, ósea y grasa, puede dar diagnósticos de sobrepeso u obesidad confusos y dispares: un deportista de élite con mucha masa muscular podría ser clasificado como persona con sobrepeso antes que alguien con poca masa muscular, pero alto porcentaje de grasa.

Es por ello, que en el camino hacia una medicina personalizada, el IMC se complementa con otros indicadores. En las consultas de nutrición y dietética, por ejemplo, ya no faltan las básculas que miden la masa grasa, la masa muscular, la masa ósea o el porcentaje de agua corporal, entre otros parámetros.

Un legado aún vigente

Aunque el IMC se ha complementado y han surgido propuestas de variación, sigue siendo un indicador útil, fácil de usar y gratuito como herramienta de información general al alcance de cualquier persona. Permite tomar decisiones relevantes a corto plazo, e implementar hábitos alimentarios y relacionados con el ejercicio físico que atajen los altos niveles de sedentarismo y estrés que afectan a la salud.

Sin ser perfecto, resulta práctico para la concienciación y para la prevención de enfermedades relacionadas con el peso, luego se puede decir que continúa vigente después de 200 años de historia.

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