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01 julio 2025
La salud bucodental muchas veces se subestima, aunque realmente está en el centro del bienestar físico y emocional de cualquier persona. Si uno lo piensa, no es solo cuestión de estética o de tener una sonrisa bonita, sino de algo mucho más valioso: tu salud completa. Tener una boca sana influye tanto en la calidad de vida diaria como en cómo nos sentimos al relacionarnos, pero, además, actúa como guardián frente a amenazas tan serias como las enfermedades cardiovasculares e incluso la diabetes. Desde hace años, muchos expertos insisten en que prevenir es siempre más inteligente que lamentar. Consultado sobre la importancia de las revisiones preventivas, Martin Riva, odontólogo, subraya que una limpieza profesional cada seis meses puede prevenir hasta el 80 % de las enfermedades periodontales, lo que ilustra con claridad el papel crucial de los controles periódicos. La realidad es que, sin esas visitas y sin consejos personalizados, corremos el riesgo de que pequeños problemas se conviertan en dificultades mayores y bastante más caras de resolver.
Uno podría pensar que lucir dientes blancos y alineados es suficiente, pero la boca es más bien una auténtica puerta de entrada a tu organismo. Está lejos de ser solo una cuestión superficial. El estado de dientes y encías afecta a la salud general de maneras que fácilmente pasan desapercibidas hasta que surgen complicaciones. Ejemplo de esto son los vínculos tan estudiados entre problemas de encías y enfermedades como la diabetes y ciertos trastornos cardiovasculares. Es como si la boca fuese la avanzadilla del cuerpo, notando los primeros signos antes que otras partes más silenciosas.
No podemos ignorar otro aspecto que, aunque menos clínico, resulta muy real: la autoestima y la interacción social. Imagina la inseguridad que provoca un dolor de muelas o la vergüenza de perder una pieza dental en plena conversación. Este tipo de inconvenientes limitan no solo el placer de comer, sino, de manera sorprendente, hasta la espontaneidad en las relaciones y el ánimo. Así, invertir en prevención y cuidado diario es apostar, sin duda, por un bienestar verdaderamente global.
España, pese a los adelantos, todavía enfrenta desafíos notables en materia de salud bucal. Aquí, los malos hábitos parecen ser más persistentes que la propia caries. Se observa, por ejemplo, que una proporción inquietante de la población adulta, así como de los niños, sigue sufriendo patologías fácilmente evitables. El dato de que uno de cada tres niños jamás ha pisado una consulta dental debería hacernos reflexionar, ya que la prevención desde la infancia es una auténtica inversión a largo plazo y evita sorpresas desagradables.
Problema Bucodental |
Población Afectada |
Caries no tratadas |
40% de los adultos |
Caries infantil |
35% de los niños menores de 6 años |
Periodontitis |
40% de los adultos (en diversos grados) |
Pérdida dental significativa |
23% de los adultos |
Estos números, siempre un poco fríos sobre el papel, en realidad son el reflejo de rutinas que no acaban de afianzarse y de lo poco interiorizado que está pedir ayuda a tiempo. De hecho, muchas veces se asume que solo hacen falta visitas al dentista si hay dolor, cuando la prevención es el verdadero aliado.
En el fondo, mantener una boca saludable no es cosa de magos ni de científicos; basta con incorporar ciertos hábitos que, aunque sencillos, pueden marcar una diferencia gigantesca a largo plazo. Demasiadas personas aún descuidan tareas básicas por simple inercia. Aquí una lista de las recomendaciones más útiles:
Usar el cepillo dos veces al día, concentrándose especialmente en la noche, podría compararse con limpiar el polvo antes de dormir: lo más esencial es no dejar que se acumule.
Dedicar tiempo suficiente (al menos dos minutos por cada sesión) resulta casi tan importante como la frecuencia.
La técnica, aunque pase desapercibida, es clave: movimientos suaves, variando la dirección y cubriendo cada rincón, sin olvidar la lengua.
Elige siempre una pasta con flúor que proteja tus dientes del desgaste diario.
Y no olvides que el cepillo puede envejecer y señalarte cuándo es momento de renovarlo, generalmente cada tres meses.
No son pocos los que creen que el cepillo hace todo el trabajo, pero la realidad es que deja huecos. Lugares donde la placa se esconde, como polizones en un barco, pasan semanas sin ser detectados. Por eso, el uso habitual del hilo dental o de cepillos interdentales es realmente imprescindible.
Definitivamente sí, sobre todo por la noche, ya que así se barre lo que el cepillo no alcanza. Un simple deslizamiento, sin prisas para no dañar las encías, puede ahorrarte sorpresas desagradables en el futuro y, además, deja esa sensación refrescante cada mañana.
Por cierto, muchas personas se preguntan si los enjuagues son absolutamente necesarios. Más que imprescindibles, los colutorios complementan la higiene cuando existen necesidades concretas: por ejemplo, un enjuague con flúor puede ser una ayuda eficaz si eres propenso a las caries. Eso sí, nunca sustituyen el trabajo diario del cepillo o del hilo. Resultan útiles para reducir la presencia de bacterias antes de algún tratamiento dental, pero siempre mejor bajo la guía de tu dentista.
Entre los enemigos silenciosos de una boca sana están desde las bebidas azucaradas hasta el tabaco o el simple descuido al masticar objetos duros. Como suele pasar, la prevención se parece mucho a un paraguas: solo la echas en falta cuando ya llueve. Aquí, la lista de conductas más determinantes:
Controlar los azúcares, evitando refrescos y ultraprocesados.
No fumar y alejarse de costumbres como morder tapas de bolígrafo.
Seguir una dieta variada y equilibrada, rica en frutas, verduras y calcio.
Beber agua regularmente para asegurar una saliva abundante, que hace de defensa natural.
En definitiva, el secreto de una sonrisa duradera está en la constancia. Estos cuidados diarios y las visitas regulares al dentista (al menos una vez por año como mínimo) son la clave para detectar a tiempo cualquier problema y recibir los tratamientos menos invasivos y costosos posibles. Hay etapas donde conviene intensificar el seguimiento, como en la infancia, durante el embarazo o si se padecen enfermedades crónicas. Ahí, la atención personalizada hace toda la diferencia para mantener la salud bucodental en su máximo esplendor.
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