Señalaba Hanna Arendt que el pasado no lleva hacia atrás, sino que impulsa hacia adelante y en contra de lo que podría esperarse, el futuro es el que nos conduce al pasado. En otro orden de cosas, el pasado no es algo de lo que podamos deshacernos sino una fuerza que contribuye a crear lo que vendrá.
Por esta razón, llama la atención que, cuando los que nos empeñamos en resaltar la importancia, por un lado de la Memoria, y por otro de la Historia, salgan en torbellino los negacionistas, o peor aún, los que sienten nostalgia por épocas en las que se destruyó la democracia. Es como en tiempos de los romanos con su damnatio memoriae, hacen todo lo posible por eliminar el testimonio de muchos protagonistas de unas épocas que no querrían que hubieran existido.
Así está pasando con la mal llamada Propuesta de Ley de Concordia. Me gustaría, por poner un ejemplo, en este sentido que le preguntasen a la consejera de Cultura de la Junta de Extremadura su opinión sobre la inmersión emocional que tuvo que vivir el pasado 14 de mayo en Badajoz, Aceuchal o Villagonzalo.
¿Qué le dijeron las familias de los cientos de extremeños que murieron de hambre, frío y enfermedad en un campo de concentración y prisión en Orduña?
Ahora, gracias a la colaboración de los compañeros del País Vasco se les ha podido identificar y devolver los restos de estas personas asesinadas a sus familias.
La actual Ley de Memoria Histórica y Democrática permite, posibilita e impulsa todo este tipo de actuaciones. Me gustaría que las instituciones extremeñas continuaran invirtiendo recursos públicos en esta línea. Pero no sé tampoco qué pensarán los diputados de VOX, aliados del PP en este intento de acabar con el pasado.
Desde las diputaciones estamos orgullosos de que, tanto el Gobierno de España, como otras Comunidades, mucho más sensibles y por lo tanto más inteligentes a la hora de pensar en el futuro, sigan apostando por la senda de aprovechar los conocimientos y las experiencias en la vida democrática de nuestros antepasados más recientes.
Las exhumaciones, el papel de la sociedad civil a través del Asociacionismo y de las familias, la divulgación y la investigación, la educación en Memoria Democrática de las generaciones más jóvenes, entre otros muchos temas, son evidentemente objetivos a eliminar por la rencorosa propuesta de ley de Concordia.
La derecha moderada, moderna, europeísta está aún a tiempo de evitar esta tropelía. Miren a su alrededor y verán cómo sus compañeros más centrados optan por aislar a la extrema derecha. Ahora que se han celebrado actos de conmemoración de la liberación de los campos de concentración nazis ( por cierto con presencia de alumnos extremeños) sería el momento de repensarlo. El impulso hacia adelante está en la Memoria Democrática.